La historia que contamos hoy ocurrió en la ciudad india de Bombay, donde los monos son animales sagrados muy respetados. ¿Todos? Está claro que hay excepciones y que, como sucede con los humanos, las malas conductas no son toleradas. Esta es una historia insólita por tener elementos más cercanos a nuestra sociedad que al mundo animal donde las leyes parecen no tener cabida.
En esta parte del planeta, la convivencia de este tipo de primates con los seres humanos está más que normalizada. El problema, igual que sucede con nuestra especie, es cuando hay algún miembro que se escapa de la conducta normalizada que se le presupone y decide ir a su bola. Y eso para los hindúes no es adecuado, por muy sagrado que sea el animal. Eso es lo que les sucedió a los vecinos de un barrio de Bombai, que habían colmado su paciencia ante la presencia de una pequeña pandilla de macacos que no respetan las normas ni las personas.
Según parece, los vecinos tardaron un tiempo a tomar una decisión que sería definitiva. Antes, tuvieron que soportar como cuatro monos de la misma especie robaban constantemente comida de los tenderos o directamente de las manos de las personas, además de destrozar los cojines que se vendían en una de las tiendas del lugar. Se comenta, incluso, que uno de ellos perseguía insistentemente a algunas de las vecinas del barrio. Y ahí la paciencia del vaso empezó a desbordarse hasta que explotó el pasado 5 de febrero.
Ese día los vecinos decidieron contactar con un profesional para capturar al mono más travieso. La operación resultó un éxito gracias a la fruta que se le ofreció como cebo y que permitió capturarle. Como hemos dicho antes, los monos son venerados por los hindúes, por lo que no es habitual que se les someta a este tipo de acciones, y más que se les castigue con una humillación pública como la que le propiciaron al primate. Se le ató y se le enjauló, ante la mirada de los vecinos que habían sido víctimas de sus travesuras.
Una vez dentro, le quitaron las ataduras y le ofrecieron uvas, aunque no le ahorraron el “bochorno” público de tener que soportar las miradas ajenas que lo señalaban como responsable del descalabro vivido. El mono no dudó en comer las uvas lentamente, desconcertado por toda la muchedumbre que le rodeaba. La historia, sin embargo, tiene un final más positivo. El mono será puesto en libertad en el campo, al norte de la ciudad, según indicó uno de los responsables forestales indio. Hasta el momento, no se sabía cuántos días debería permanecer enjaulado para redimir sus pecados mientras su dignidad queda por los suelos rodeado de miradas ajenas
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