Intentar saber lo que va a pasar en el futuro ha sido habitualmente el sueño de todas las sociedades pese a las dificultades que entraña. Ya en el siglo XIX el escritor Julio Verne fue capaz de anticipar una serie de inventos –los helicópteros, los noticiarios, el submarino- que finalmente terminaron haciéndose realidad. Ahora la firma privada de inteligencia Strategic Forecasting, también llamada Stratfor, ha intentado anticipar cuáles serán las dinámicas que se producirán en los próximos 10 años en el tablero internacional. Y los cambios parece que serán inmensos según sus predicciones.
1) El declive de Rusia: Las sanciones, la caída de los precios del petróleo, el aumento del gasto militar y las tensiones internas provocarán una honda crisis en Rusia que pueden desencadenar que el país se fragmente en una serie de regiones semiautonómas con malas relaciones entre ellas.
2) Estados Unidos tendrá que usar su poder para asegurar las armas nucleares rusas: En el caso de que se produzca el colapso de Rusia, Statfor asegura que una enorme cantidad de armamento peligroso quedará expuesto y que será EE.UU. quien tendrá que asegurarlo, enviando incluso tropas si es necesario.
3) Alemania va a estar en problemas: La economía alemana es muy dependiente de las exportaciones y tradicionalmente se ha beneficiado del libre comercio en la Unión Europea, pero una mayor crisis del euro y el crecimiento del euroescepticismo pueden terminar llevando a los germanos al estancamiento.
4) Polonia será un líder europeo: Su población no caerá tanto como en otros países europeos y con su crecimiento económico y su influencia política puede convertirse en un líder regional. Además goza de buenas relaciones con Estados Unidos.
5) Habrá cuatro Europas: La unidad europea, especialmente en asuntos económicos, puede llegar a ser un recuerdo en 10 años. Europa camina hacia una mayor fragmentación y según Stratfor habrá cuatro distintas: Europa Occidental, Oriental, países escandinavos y británicos. Se alcanzarán acuerdos, pero serán pequeños y no vinculantes. Al respecto, un buen ejemplo se está viviendo con la crisis de refugiados, con los escasos avances en las conversaciones entre los países y cada uno imponiendo sus condiciones.
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